Cartas a los Abuelos

EN RECUERDO A MI PADRE

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Hoy es día 1 de enero de 2004 a las 08:00. No puedo dormir y por la mente se me pasa dejar escrito en algún sitio lo que hemos pasado la familia durante estos últimos diez días. Seguro que siempre se me quedará algo en el tintero pero lo que pretendo es que estos días no pasen desapercibidos y no sé explicar porque motivos, quizás para recordar más a mi padre y así parecer que se le tiene más cerca o como desahogo. No sé, pero lo que sí sé es que esto no es malo.

Son las 03:50 horas del 22 de diciembre de 2003 y ha sonado el teléfono en mi casa. Mi madre nos comunica que mi padre está tirado en el suelo de su habitación y no puede levantarse. Este es el inicio de lo que será un cambio para toda nuestra familia.

No se lo que tardaría en llegar a casa, quizás 3 minutos. Era verdad, mi padre estaba tumbado en el suelo muy congestionado y mal articulando las palabras. No podía hacer otra cosa que colocarle una pastilla de esas que lleva él para el corazón debajo de la lengua y subirlo a la cama. Al poco la ambulancia lo trasladaría al hospital.

Yo ya me había dado cuenta la paralización del lado izquierdo de su cuerpo y así nos lo confirmarían en urgencias los médicos después de examinarle. Parecía haber sufrido un infarto cerebral. En esas primeras horas en el box de urgencias acompañándole se me pasaban por la cabeza muchas interrogantes. ¿Qué pasaría si mi padre no pudiese recobrar el movimiento de su pierna, brazo el oído parte de la vista y articular las palabras correctamente? ¿Cómo llevaría en adelante la vida y si lo aceptaría? También pensaba en esas rehabilitaciones que hacen recuperar la movilidad y de la ayuda que le prestaríamos. Pero lo importante era según nos decían los médicos, pasar las famosas cuarenta y ocho horas de observación en las que ese trombo que le había llegado al cerebro podría detenerse o avanzar.

Las horas transcurren y la paralización de parte de su cuerpo se mantiene aunque el es consciente en todo momento y habla con cordura si bien es cierto que no habla nada en relación a lo que le ha pasado. Era como si no aceptase lo que le estaba ocurriendo. El fue siempre quejica y unas décimas de fiebre las convertía en algo terrible y a mí me extrañaba que no hiciese de lo que le estaba sucediendo algo espantoso. Hacia hincapié a la cena de noche vieja que estábamos organizando, a los caballetes que ya había pedido a Velasco para las mesas y a otras cosas que realmente no eran importantes en ese momento.

Por la tarde le ingresarían en la planta octava de Valdecilla (hab. 822).

Llevamos a mi madre a verle sobre las 21:00. Era gracioso porque decía que estaba así porque le había tirado su mujer de la cama y que la iba a poner una denuncia por maltratadora. En un primer momento pensé que se le había ido también la cabeza, pero lo decía en broma.

Los médicos nos habían comunicado que solo quedaba esperar y ver la evolución del infarto cerebral. En el primer escáner no se veía nada, pero parece ser que era normal y que en unas horas realizarían un segundo escáner.

Esa primera noche que pasé con mi padre la pasó muy inquieto ya que se quejaba de que quería beber agua y no se la dábamos. También se quejaba de que no le habían dado el café de la merienda, pero principalmente de lo que se quejaba era de un fuerte dolor en la cabeza que ya conocían los médicos y para el que le daban medicación.

La noche la pasé dándole en la cabeza la crema, que para él era tan milagrosa, del Tigre y poniéndole y quitándole la radio y los auriculares. –Ponme la COPE que está en el 9 ó en el 6-. A las 07:00 vomitó las flemas acumuladas y parece que se quedó más relajado.

Según me contó Josefa, la mañana fue terrible porque quería levantarse y marcharse. No paraba de moverse. De alguna manera eso tampoco parecía que fuese mala señal.

Por el mediodía estaba más tranquilo. Quería que le llevase a acuchos a otra cama. Más avanzada la tarde estaba demasiado tranquilo, permanecía como dormido, como aquel que tiene somnolencia. Sobre las 19:30 nos llamó la atención de que tenía un poco de tembleque. Más tarde el médico nos confirmaría que había entrado en un estado comatoso. Le hicieron un segundo escáner y nos confirmarían que el proceso del infarto había seguido adelante y el trombo seguía afectándole distintas zonas. Su estado era crítico y nos recomendaba avisar a la familia por el posible fatal desenlace durante la noche. Nos dan un 5% de que saliese, aunque desconociendo de qué forma. También nos indica que van a aplicarle otras medicaciones que son bastante fuertes.

Sobre las 22:00 le pido a mi padre que realice una serie de ordenes, como mover un pie o la mano y lo realizaba por lo que se le comunica al médico para demostrarle que no estaba tan en coma. Lo comprueba y nos confirma que si pudiera estar escuchando algo y que tuviéramos cuidado con lo que se hablaba delante de él, pero que esto no cambiaba la situación crítica.

Durante estas horas toda la familia, que ya había sido llamada permanecía en el hospital.

De alguna manera no aceptábamos que mi padre estuviera en un estado tan crítico para fallecer, por lo que decidimos que se marchara la familia y quedarse dos personas con él. Nos quedaríamos Pacita, Lara y yo (durmiendo en una sala de espera). Durante toda la noche, Paz estuvo dándole la famosa crema del Dragón en la cabeza y mimándole.

La noche del 23 al 24 y todo el día de este último pudimos comprobar que si bien fuera cierto que estaba en coma, este no debía de ser muy profundo porque nos escuchaba y reaccionaba cuando se le hablaba y mandaba algo.

El 24 por la noche permanezco con él escuchando Villancicos por la radio. La respiración es plácida. Nos comunicamos mucho con movimientos de los dedos de la mano. Da la sensación de que no quiere que le suelten de la mano. Realiza muchos movimientos con la pierna, incluso con la afectada. De hecho, cuando vino Josefa con Alex y Adry nos hizo una demostración al pedirle que levantase la pierna haciéndolo. Parece como si se negase a estar en coma y quisiera salir de él. Más tarde, sobre las 00:00 vinieron Jose y Mari Carmen a quedarse con él el resto de la noche.

El 25 al 26 por la noche se encuentra bastante relajado aunque con algún mal rato por las flemas que se soluciona cambiándolo de postura. A las 02:45 le tengo puesta la radio. Se le ve muy nervioso moviendo la pierna y llegándola a sacar de la cama por encima del barrote de seguridad. La mano la mueve mucho, ya no es solo los dedos, sino la mano, llevándosela en varias ocasiones a la cara como queriéndose quitar la mascara de oxígeno. Le sigo hablando de cerca pero con más intensidad que otros días y le pido que mueva los parpados y en varias ocasiones le tiembla el derecho como si quisiera abrirlo. Además noto que es así porque en esos momentos que se lo mando, mueve la mano el pie y a la vez un poco la cabeza haciendo algún ruido con la garganta como de esforzarse o de querer decir algo. Le ayudo abriéndole un poco el parpado y se ve que se altera reaccionando con más movimientos como los anteriores. Todo este estado provoca una respiración nerviosa por las flemas. Cuando el personal del hospital procede a quitarle las flemas de nuevo se lleva la mano a la cara. La verdad que me he sentido muy cerca y comunicado con mi padre en esta noche.

Durante la mañana del día 26, parece ser que el estado dificultoso de respiración no ha cambiado. En ese estado de respiración dificultosa permanecerá durante la noche del 26 al 27 en la que se quedan Maria Carmen y Sergio

El día 27 parece que está más calmoso pero lo cierto es que no me da mucha tranquilidad porque ya no mueve la mano como la movía. De hecho las piernas mantienen siempre la misma posición. Así estará durante todo el día.

Esta noche se quedaron Josefa y Pacita. Juan Antonio y yo marchamos del hospital como más tranquilo ya que habíamos estado hablando con un muchacho que tenía al padre en el mismo estado con los mismos síntomas y al que le daban por perdido y ya estaba abriendo los ojos y moviendo la cabeza. Quizás a papá le ocurriría igual. Sobre las 00:00 al ir a recoger el vehículo que había dejado estacionado en Valdecilla y después de haber tomado unas cañas con Juan Antonio, decidí subir a ver a mi padre antes de marchar para casa. Seguía en el mismo estado que le dejé.

Me he levantado a las 11:45 y el reloj de mi padre que he llevado continuamente puesto lo he posado en el suelo del baño para ducharme. Ha sonado el teléfono y era Ángel. Decía que estaba en el Puerto del Escudo y que regresaba para Santander. Que fuese para el Hospital. No hacía falta decir nada más, lo que nadie queríamos y que los médicos nos lo decían, se había cumplido. Sentí mucha rabia al entrar al baño y ver que el reloj permanecía en el suelo y se me había olvidado poner. Parecía como si al quitármele de la muñeca le hubiese dado permiso para dejarnos ya que parece ser que ocurrió a la vez. Lo más seguro es sin más una casualidad, pero es algo que se te pasa por la cabeza y te hace sentirte como mal.

El dolor que siente uno cuando pierde a un ser querido no es fácil de describir así como el comunicárselo a la persona con la que ha vivido 61 años. Hace unos años nos dejó la Nena y nos dejó con mucho dolor. Una vez más se vuelve a repetir esa situación. Quizás si es cierto lo de la otra vida estén ya los dos juntos.

Es impresionante la cantidad de gente que nos acompañó en esos duros momentos del funeral.

Ahora a mi me queda un mala sensación por no haberle podido demostrar lo mucho que le quería, haber podido estar más cerca y haber disfrutado más de él. Pero creo que es algo normal y que a mucha gente le ocurre. Estoy seguro que a todos los de mi familia les pasa igual. Todos han estado mimando a papá en lo posible durante estos días y es uno de los recuerdos gratos que nos quedará. Cuando ocurren estas cosas uno se vuelve más sensible consigo mismo y hacia los demás.

Con él me quedo con muchos recuerdos y otros que irán apareciendo en el día a día y que me encontraré. Que alegría el haber disfrutado de esos momentos, ocho horas antes de sucederle esto, en el que él junto con Alex y Adry armábamos el armario del garaje . Que curioso lo pesado que se puso porque quería armarle. Y después de armar el armario esos 10 minutos sentados en los taburetes él y yo en la barra tomando un baso de vino. Es como si me hubiera venido a regalarme esos momentos junto a él. Como disfrutaba de esa casa. Estaba deseando que llegase el fin de semana para ver que había colocado de nuevo.

Que difícil va a ser ir a casa de mis padres y no oír su voz. Llegar a la calle con el coche y no estar él pendiente de buscarme aparcamiento desde la ventana. Verle sentado en la butaca haciendo crucigramas, leyendo el periódico, diciendo -Sabina, prepárame la comida de los gatos para bajarla - y estando dispuesto en todo momento para ayudarte en algo o hacer algo por ti. Que curioso, nos molestábamos porque insistía cuando quería hacer algo por nosotros y decíamos que era un pesado. No nos dábamos cuenta de que eso era amor de padre. Que triste ver a mi madre sola sin él, sin su ayuda. ! Dios, son tantas cosas ¡

Bueno ahora solo nos queda el pensar que mi padre fue feliz hasta el último momento disfrutando de los de alrededor y que nos deja a mamá y que quizás lo mejor que podemos hacer por ella es estar cerca y procurar darla en todo lo posible de lo que va a carecer con la falta de papá y que principalmente va a ser ayuda y cariño.

Tú hijo que siempre te tiene presente.

Tino

(1 de Enero de 2004)

Mayo de 2020


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