Cartas a los Abuelos

Mi Abuela

>

Realmente no sé por dónde empezar abuelita… supongo que por el principio…

Te conozco hace 30 años, pero no he tenido la oportunidad de vivir cerca de ti ni poder verte cuando quería… pero eso me hace recordar con más ganas e ilusión todos mis veranos y navidades, porque eran en Santander y a ello asociaba palabras como: vacaciones, norte, familia, Noja, y sobretodo abuelos, esas personas que se deberían tener siempre cerca, como a los padres, personas que nunca fallan, que te quieren por quien eres y no por lo que eres.

Recuerdo tantos momentos buenos… como cuando nos reuníamos todos en Noja con los coches alrededor, cuando nos juntábamos en tu salón de la calle Ebro para celebrar la navidad, en esa mesa tan grande con los famosos canapés del abuelito y que aun nos preguntamos cómo cabíamos tantos. Paseos por Santillana del mar, Comillas, Liérganes, San Vicente de la Barquera… y así infinitos lugares preciosos del norte. Meriendas con mis padres en los Picos, Chocolatería Valor, Suizo… una lista interminable. Eran temporadas de un mes o unos días que eran maravillosos y jamás podré olvidar. Todo cambiaba cuando terminaba el verano o llegaba Enero y nos despedíamos muy tristes desde el coche, sacando las cabezas por la ventana hasta perderte de vista con un nudo en la garganta y lagrimas en los ojos, dejándote triste y con la duda si te volveríamos a ver

Tengo la sensación que todo eso acaba aquí, algún día iba a llegar, pero..¿ sabes abuelita? No pienso olvidarlo jamás, lo voy a llevar conmigo toda la vida y me voy a acordar siempre de ti, eres mi última abuela y con la que más he podido disfrutar de todo esto.

Hace un par de años nos diste un buen susto y tuvimos que hacer la maleta y salir corriendo hacia Santander, te tuvieron que ingresar en Valdecilla, toda tu familia pasó por allí a animarte, a hacerte compañía y a sacarte una sonrisa. Hasta nos echabas de la habitación porque decías que te estábamos volviendo loca, otra cosa no, pero una familia numerosa, ruidosa y escandalosa si que somos y esos días se noto mucho. Con el tiempo te recuperaste, nadie daba crédito, ni los propios médicos se creían lo que estaba pasando, volviste a escuchar tu música preferida y como quien dice… volviste a nacer.

Volviste a casa y todo fue algo complicado, te volviste aún mas cabezona y mandona (algo también propio de esta familia) pero intentamos y supimos llevarte… así pasó el tiempo… todos muy pendientes de ti, hasta que tus hijos pensaron que la mejor opción para ti y para ellos, tal y como estaban las cosas… era llevarte a la residencia de la Caridad o como tu bien decías… al “Hotel Canica”. Costó, pero al final de todo, tienes que reconocer que le cogiste cariño y hasta tenías ganas de volver después de cada paseo.

Has sido una mujer valiente, has criado a siete hijos, has pasado una guerra muy dura, has perdido a varias personas importantes en tu vida, te han quitado un riñón… (que a estas alturas me sorprendería quien no supiera de esa historia), pero también… has disfrutado como la que mas, has tenido un marido maravilloso que te ha querido y cuidado hasta donde pudo, has viajado mucho con él, has disfrutado de tus hijos y de tus nietos, de tu querido Benidorm y ese apartamento, has celebrado tus 95 cumpleaños rodeada de tu querida familia y hasta el último momento has sabido lo que hacías y decías, nos has reconocido en todo momento y nos has hecho cantar esas canciones tan bonitas que te hacían olvidar por momentos todo lo malo (que dudo que alguien a estas alturas no sepa cuáles son).

Recordaré siempre esa casa de la calle Ebro que tantos buenos momentos nos dio, muchos años, mucho vivido… ese sofá que tanto duró y ese sillón donde te sentabas con mala leche y remango pero siempre con el abanico en la mano.

Has sacado siempre esa fuerza y ganas de vivir que tanto te caracteriza, sobretodo en todas tus últimas recaídas.

Aunque no lo creas me has enseñado muchas cosas y me parezco mucho a ti. Cabezona, luchadora, mandona, presumida, lumia… pero sobretodo, me has enseñado que hay que querer de esa manera como tú has querido al abuelito, me has hecho darme cuenta que la distancia duele y mucho, que tener a la familia lejos es el error más grande del mundo, que hay que ser humilde y conformarse con lo que venga, no planear nada y… “lo que se vea”, si llueve … no hacer nada… simplemente “dejarla caer”, disfrutar de la familia y de cualquier cosa por pequeña que sea, viajar, conocer mundo y valorar todo porque la vida pasa muy rápido, pero de momento…”un camión de cemento” y si no… “candingos”…

No pararía de recordarte cosas y momentos, pero permíteme que me los quede y guarde para mí, para… que con el paso del tiempo, cuando esté preparada para volver a nuestra querida Santander y pasee con mis padres por allí, recordemos juntos todo lo que hicimos contigo. Me quedo con todo esto y mucho más vivido, siempre en mi corazón y para siempre conmigo.

Odio las despedidas, ¿quién no? Pero tengo que ir terminando. Voy a imaginar que nos volvemos a despedir en ese coche, en la calle Ebro tras las vacaciones, dejándote apoyada en la ventana con esa bata azul o rosa a rayas, diciéndonos adiós con la mano y encendiendo esa vela hasta que mi madre te llamaba para decirte que ya habíamos llegado a Castellón sanos y salvos. Esto solo es un hasta luego, porque ya necesitas descansar, vas a reunirte con el abuelito, tu hija, nuera, hermanas… no vas a estar sola.

No nos vamos a olvidar de ti nunca. Quiero pensar que algún día nos volveremos a ver todos y volveremos a disfrutar de todo esto juntos donde sea.

GRACIAS POR TODO. TE QUIERO ABUELITA.

12 de Mayo de 2020


>